viernes, 8 de abril de 2011

Del balanç dels 100 dies del Govern de Mas se’n destaquen els embolics, la eliminació de l'impost de successions, la tisorada a sanitat...


El president ha fet balanç dels 100 dies de govern al Saló Sant Jordi del Palau de la Generalitat, el dimecres 6 d’abril a Barcelona, davant d’unes 300 persones. D’aquest balanç dels 100 primers dies de Govern d’Artur Mas se’n destaquen: les persones que no tenen feina, les que es quedaran sense hospital, les retallades de prestacions, mestres interins acomiadats i totes aquelles persones que a més, patiran la política de retallades indiscriminades, sistemàtiques i horitzontals que no responen a cap criteri.

Està clar que venim d’una crisi molt profunda que ve de lluny, perquè estem parlant només de 100 dies. Però en aquests 100 dies convindria que se sabés que el Govern no ha avançat, no ha fet res, no ha pres cap decisió contra la crisi, ni per fer costat a les empreses, ni per atendre les persones que la pateixen. El Govern no ha sabut o no ha volgut crear un clima de confiança a Catalunya. La situació és més greu que fa 100 dies, perquè ara hi ha menys crèdit i major descrèdit.

Quan Artur Mas diu que els errors són dels altres, aquest Govern acredita que és un Govern que no està preparat per governar i no sap on va. El govern de Catalunya i especialment el President Mas confon: país, partit i Govern, quan es diu a fora coses que no se sustenten al Parlament, amb les divisions internes de partits de coalició, i sobretot quan es produeix una patrimonialització de Catalunya fins el punt que s’acaba amb afirmació grotesca: ‘jo soc Catalunya i si s’està contra mi s’està contra Catalunya’.

En aquest sentit, cal deixar que s’ha d’estar a favor del Govern en reclamar allò que se’ns deu en benefici d’un millor finançament, i contra el Govern que no és capaç de defensar als catalans quan es tracta de preservar prestacions públiques de l’Estat del benestar. El Govern de CiU ha de saber que pel que fa a retallades la tria no és entre un enemic exterior o Catalunya sinó entre defensar uns quants catalans o tots els catalans. El govern de CiU ha de saber que ells no són Catalunya, perquè ens proposen una Catalunya en què els rics més rics tindran més privilegis que la mitjana de ciutadans. Després de veure que el programa electoral de CiU només serveix per justificar una retallada d’impostos als més rics.

- Una exelent crónica periodística:

Cien días de desconcierto

El Gobierno de CiU agota el periodo de gracia sin haber logrado ordenar su política de recortes - Mas fía su tirón político al enfrentamiento con el Gobierno

MIQUEL NOGUER - EL PAÍS - 03/04/2011

Artur Mas cumple esta semana 100 días al frente de la Generalitat y su primer balance de gestión gravita sobre algo que ni estaba en su programa electoral ni publicitó en sus mítines de campaña: un recorte generalizado del gasto de la Generalitat -en torno a 3.000 millones- que afecta al corazón del Estado de bienestar. La reducción del déficit exigido a todas las autonomías ha alcanzado en Cataluña niveles inauditos y el Ejecutivo de Convergència i Unió (CiU) se ha entregado a ello anunciando recortes sin coordinación aparente y con una mezcla de fatalidad y de voluntad de poner en evidencia el "derroche" de siete años de tripartito de la izquierda.

Pero tras pasarse casi tres meses publicitando esta batería de recortes -desde la supresión de de centenares de plazas hospitalarias hasta la paralización de las obras de construcción de estaciones de metro- y con todas las alarmas electorales de CiU encendidas, Artur Mas ha optado por intentar desviar la atención. Lo ha hecho poniendo encima de la mesa algo difícil de conseguir pero que le puede reportar mayores réditos electorales a corto plazo: la denuncia de que Cataluña vive "asfixiada" económicamente por España y la demanda de una nueva financiación para la Generalitat, similar al concierto económico del País Vasco.

La implacable batería de recortes y de medidas de austeridad ha decepcionado a más de un votante nacionalista que esperaba que el regreso de CiU a la Generalitat implicara dejar atrás el desbarajuste que caracterizó las actuaciones del tripartito. Si bien no ha habido desacatos a la autoridad del presidente -ningún consejero ha ido a Perpiñán a reunirse con la dirección de ETA, por ejemplo-, ha quedado claro que Artur Mas no tiene la autoridad que en su día tuvo Jordi Pujol sobre su Gobierno. En el intento de ser los primeros de la clase en poner en marcha los recortes, algunos consejeros y dirigentes de CiU han derrapado e incluso han tenido que dar marcha atrás en el anuncio de medidas y diagnósticos.

La rectificación del Gobierno al portavoz de CiU, Oriol Pujol, cuando este afirmó que ya "casi" no se podían pagar las nóminas de los funcionarios es ejemplo de ello. Pero el desconcierto llegó más por la vía de anunciar recortes indiscriminados antes de conocer la situación económica real de la Generalitat, puesto que ni hay presupuesto aprobado para 2011 ni está lista la auditoría que el equipo de Mas encargó para conocer la situación financiera de la institución. Por ello los hospitales han tenido que hacer a ciegas su plan de recorte, lo que ha provocado enfrentamientos incluso con el consejero de Salud, Boi Ruiz, que, pese a proceder de la patronal de los centros concertados, está teniendo serios problemas para imponer sus políticas.

Al desconcierto han contribuido dos factores de organigrama. Por una parte, la abultada presencia pública del líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, quien, si bien no forma parte del Gobierno catalán, influye más que todos los consejeros juntos en la toma de decisiones. Duran incluso ha coqueteado con la idea de convertirse en contrapeso del presidente. El anuncio de que el Gobierno se disponía a eliminar el impuesto de sucesiones, por ejemplo, no lo hizo ni Mas ni el consejero de Economía, sino Duran, en un acto de partido. La jornada de ayer dejó otro ejemplo del papel de Duran como portavoz del Gobierno en la sombra: el democristiano dejó claro que la Generalitat no subirá los impuestos por más que se lo pida el Gobierno central.

El otro elemento que ha dado más de un quebradero de cabeza a los consejeros es que Artur Mas se ha rodeado en el Departamento de Presidencia de sus hombres más fieles en el partido, Francesc Homs (portavoz) y Germà Gordó (secretario del Gobierno), y les ha otorgado gran protagonismo.

Homs y Gordó han sobreactuado hasta eclipsar en ocasiones a algunos consejeros. Por ejemplo, fue el secretario del Gobierno, no el titular de Economía, quien explicó los detalles sobre cómo se reduciría el impuesto de sucesiones, con el consiguiente malestar del equipo del consejero.

El destacado papel del entorno de Mas ha rebajado a la mínima expresión el perfil político de los consejeros del Gobierno, además de permitirles pasar de puntillas por asuntos polémicos. Uno de los más criticados por esto ha sido el titular de Empresa y Ocupación, Francesc Xavier Mena, que ha despachado asuntos como el expediente de regulación de empleo en Yamaha culpando a políticas del Gobierno anterior.

La gestión de los recortes también ha provocado desajustes internos en los departamentos. Uno de los casos más sonados ocurrió en Gobernación, donde la secretaria de Administración y Función Pública, Pilar Pifarré, abogó por replantear el puesto de entre 15.000 y 20.000 funcionarios. Ante la ola de malestar que levantaron estas afirmaciones, la vicepresidenta, Joana Ortega, tuvo que salir a apagar el fuego con un lacónico " en Cataluña no sobra ni un funcionario".

Pero, pese a estos desajustes, la valoración que los ciudadanos dan al Gobierno en las encuestas oficiales es notable y todo apunta a que el Ejecutivo de CiU tiene crédito para rato. Los recortes, por ahora, se han hecho más sobre el papel que otra cosa y los sectores más nacionalistas aplauden el enfrentamiento con Madrid.

Precisamente para alejar los recortes del eje del debate político, el Gobierno catalán ha adelantado su anunciada reivindicación del concierto económico, que inicialmente tenía que esperar hasta después de las elecciones generales del año que viene.

El crédito de los ciudadanos al Ejecutivo también aguanta en parte gracias a que CiU está demorando tanto como puede la visualización de pactos en el Parlament. A falta de mayoría absoluta y con un Partido Popular que se ofrece continuamente a apoyar a CiU, Artur Mas ha optado por dejar pasar las elecciones municipales antes de mojarse. En CiU confían en que los socialistas acaben votando las cuentas del Gobierno, algo poco probable por ahora, al menos de puertas hacia fuera, pues el PSC está indignado por el trato recibido y las acusaciones de haber dejado vacías las cajas de la Generalitat. De pactos con el PP, por ahora, no hay noticia, más allá de darse por descontado que la supresión del impuesto de sucesiones acabará contando con el concurso de los diputados de Alicia Sánchez-Camacho.

Pero si el desconcierto predomina entre los ciudadanos que confiaban en que el Gobierno de Mas tuviera los objetivos claros desde el comienzo, una sensación similar invade las filas nacionalistas del Parlament. Muchos diputados de CiU no acaban de entender gestos como el protagonizado por Artur Mas votando de incógnito a favor de la independencia en una consulta sin validez legal o la próxima emisión de bonos para colocar deuda de la Generalitat tras criticar al tripartito por hacer lo mismo. Ahora bien, en las actuales circunstancias, todos aseguran que 100 días no son nada.

Ni un departamento sin recortes

El tijeretazo de Mas enciende los ánimos en todos los sectores

EL PAÍS - 03/04/2011

A poco de tomar posesión, el consejero de Salud, Boi Ruiz, tuvo que encajar unas declaraciones del de Economía, Andreu Mas-Colell, que censuraba el "excesivo" gasto sanitario de Cataluña, pese a que las estadísticas la sitúan entre las comunidades que destinan menos dinero per cápita. A las pocas semanas, el Gobierno de CiU anunció que incumpliría la promesa electoral de Mas de mantener el presupuesto de Salud al menos dos años.

El sector ya sabe que habrá unos 1.000 millones menos para este año, pero acusa al consejero de sembrar la incertidumbre por no concretar el alcance del recorte. Boi Ruiz pidió hace semanas a los gerentes de los hopitales públicos y concertados que elaborasen planes de ahorro, que suponen el cierre de plantas y quirófanos, y la supresión de plazas y servicios, además de no sustituir vacantes y hasta presentar ERE en centros concertados. Ya los tiene y ahora deberá decidir. Los sindicatos alertan de que miles de eventuales irán a la calle. El cierre de quirófanos por la tarde pulveriza el plazo máximo de espera (180 días) para las operaciones más comunes que el tripartito había garantizado.

El Gobierno de Mas se ha caracterizado por otras decisiones adoptadas en estos 100 días.

- Economía. La legislatura arrancó con el reto de conseguir más de 11.000 millones de euros para cubrir las necesidades de financiación de la Generalitat en 2011 y rebajar el déficit público hasta el 1,3% del PIB. Recortes aparte, el principal quebradero de cabeza del consejero Andreu Mas-Colell ha sido la emisión de deuda pública para hacer caja. Tras la autorización del Gobierno central para endeudarse en 1.866 millones con el fin de refinanciar vencimientos pendientes y en plena negociación con los bancos para colocar la deuda, la agencia de calificación Moody's rebajó hace tres semanas la nota de Cataluña.

El primer balón de oxígeno fue el crédito a corto plazo de 500 millones de Catalunya Caixa, al que siguieron otro con el Banco Santander (400), tras lo cual se colocaron 400 millones más a grandes inversores. El remate, el anuncio de emisión de bonos para particulares por 2.700 millones, lo que CiU criticaba en la oposición. Otros frentes son los casi 2.000 puestos de trabajo que peligran si se suman los ERE, concursos de acreedores o anuncios de cierre de Yamaha, Derbi, Cacaolat, Alstom, T-Systems y Sharp.

- Educación. Hay una medida en marcha: recuperar los exámenes de septiembre en la secundaria. Falta concretar cómo y cuándo se hará el plan de lectura en las escuelas, básico para combatir el fracaso escolar, lo mismo que la detección precoz de los problemas desde primaria. Otras medidas han sido frenar los ordenadores portátiles en los centros en que no se había empezado con ellos; reponer solo una parte de las vacantes de personal no docente, convocar poco más del 30% de las plazas previstas de profesores de secundaria (tope fijado por ley estatal) y recortar del 15% al 33% la partida de gastos de funcionamiento de los institutos.

- Interior. Supresión es la palabra que define la gestión de Felip Puig: el límite de los 80 kilómetros, el código ético de la Policía y el programa de seguridad contra la violencia machista, tres medidas estrella de su antecesor, Joan Saura. También ha clamado "tolerancia cero" contra los okupas.

- Justicia. La consejera Fernández Bozal se estrenó con polémica por el informe que hizo como abogada del Estado contra la consulta soberanista de Arenys de Mar y ha encendido al personal judicial al decidir que cesaran unos 500 interinos mientras se incrementa el colapso en los juzgados.

- Cultura. El fichaje de Ferran Mascarell, proveniente del PSC, levantó muchas expectativas que aún no se han concretado, en gran parte porque solo ha trascendido que habrá fuertes recortes. El sector está en guardia y ya lanzado manifiestos para reclamar la "excepción cultural". La austeridad también ha topado con la reclamación del Ayuntamiento de Barcelona para que se cumplan los compromisos adquiridos en equipamentos, y aún no ha recibido contestación oficial el ofrecimiento del alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, de asumir este año la parte que la Generalitat no puede costear, a la espera de recuperarla en el futuro.

- Medio Ambiente. Mas borró de su Gobierno un departamento creado en 1991 y repartió las competencias, lo que crispó a más de un centenar de asociaciones ecologistas. En este tiempo se han paralizado los proyectos de la Agencia Catalana del Agua (ACA), que arrastra una deuda de unos 2.300 millones de euros. El Gobierno también ha irritado a gran parte de los científicos al no concretar medidas compensatorias para reducir la contaminación tras suprimir los 80 kilómetros por hora.

- Barcelona. El Gobierno de Mas ha provocado un cambio de registro del alcalde Hereu, quien no ha desperdiciado la ocasión de clamar contra los recortes. Hereu  está radicalmente en contra de que la línea 9 del metro sufra retrasos en su ejecución o se demore el arranque del tronco central, y convencido de que el trazado, proyectado hace 14 años, no debe sufrir más parones, porque vertebra socialmente la ciudad. También alarma al Consistorio la indefinición para financiar la nueva red de autobuses exprés.

- Dos bons articles d’opinió:

Buscando cartas de navegación

JOAN SUBIRATS - EL PAÍS - 03/04/2011

Le queda a CiU la perspectiva de la independencia como una Ítaca en la que encontrar alivio a las asperezas actuales

Los primeros días del Gobierno de Mas estuvieron repletos de señales y signos que hacían pensar en un cierto diseño previo sobre el rumbo a seguir. El traslado del timón familiar al despacho del presidente materializaba esa suposición. Lo cierto es que en estos primeros 100 días no tenemos aún definido un rumbo. Y, honestamente, no creo que la culpa de ello la tenga en exclusiva el nuevo Ejecutivo. Solo hace falta contemplar lo que está sucediendo en España (renuncia de Zapatero incluida) y en toda Europa para percatarse de que las incertidumbres y las vacilaciones predominan sobre las certezas y las seguridades acerca del camino a seguir. Tras superar los siete años de Gobierno de izquierdas, CiU no ha regresado a donde estuvo de manera ininterrumpida 23 años. Es otra Cataluña, otra España, otro mundo. Y no sirven en ese escenario los trucos y las maneras de los veteranos. Si ya fue duro encontrar a los que merecieran el calificativo de "mejores" y quisieran dejar la piel en momentos poco propicios al glamour del poder, más duro ha sido apercibirse de que las alegrías del regreso al puente de mando se esfumaban en cuestión de días.

CiU no tiene un proyecto político capaz de responder a las exigencias tremendas que impone el cambio de época. No puede servirle de consuelo que tampoco lo tengan sus adversarios más directos. Lo cierto es que los partidos que siguen tratando de aferrarse al paradigma del pacto democristiano-socialdemócrata de la posguerra no entienden que sus coordenadas ya no funcionan en un escenario económico en el que la política no es capaz de domeñar una economía exenta de escrúpulos y moralidad alguna, una economía que se siente suficientemente libre como para atacar donde y cuando le convenga, encontrando refugio seguro en las decenas de enclaves libres de peajes fiscales. Zapatero hubiera sido un buen presidente de izquierdas en un escenario de pacto fiscal y de políticas redistributivas, pero no ha logrado encontrar nuevas claves de respuesta política en un escenario de economía desatada y codiciosa. CiU es un producto genuino del centro derecha catalán de la transición política que miraba con un ojo a Suecia y con el otro a Madrid. Le queda ahora la perspectiva de la independencia como una Ítaca en la que encontrar alivio a las asperezas actuales. Pero Duran, al que le estorban los valores que no sean rentables, le decía sin tapujos y sin respeto alguno al nuevo Pujol independista: "Estoy en activo y debo tener los pies en el suelo".

Los primeros 100 días han sido un pequeño resumen de lo que nos espera. CiU y su Gobierno tratan de recuperar la centralidad perdida. Buscan volverse a situar como un polo de seriedad y madurez en el escenario estatal, mostrándose disponibles para todo lo que sean "intereses de Estado". El relato en Cataluña busca asimismo la seriedad y el sentido de responsabilidad. Pero el problema es que el patio no está para equilibrios. Los intereses que tienes detrás, aquellos a los que se les lanzó un guiño con lo de business friendly, te piden que aproveches el lío para avanzar lo que en situaciones de normalidad sería mucho más complicado. Pero cualquier político avezado, y Mas lo es, sabe que, si abre muchos frentes (personal sanitario, maestros, funcionarios, hipotecados, parados...), no habrá quien controle el tema. Deberían ser capaces de reequilibrar los mensajes y la petición de complicidades. No se puede ser tozudo en eliminar el impuesto de sucesiones que beneficia a unos pocos y luego ser tozudo en pedir a todos los demás (que son muchos) sacrificios sin fin. Unos consejeros aciertan más que otros en el tono y en su perfil, pero convendría que Mas asumiera más protagonismo en la reconstrucción de una política de acuerdos que situara prioridades. Y para ello es necesario entender que el escenario es mucho más complejo. Pedralbes y fotos no son el camino. Contar con alcaldes, bajar la escala a cada territorio, acuerdos concretos por sector, más trabajo de cirugía fina que mensajes grandilocuentes. Y ahí es donde se verá la capacidad de reconstruir la política en este país para dar respuesta al desafío de una economía que busca la irresponsabilidad como su escenario natural.

El Govern ha de millorar (i molt!)

Andreu Mayayo - PÚBLICO - 07 abr 2011    

El president mas evita la discriminació dels rics a canvi d’augmentar la desigualtat social

Esperàvem més del Govern dels millors. No ha estat, per descomptat, la sensació de vertigen del Dragon Khan que va impregnar el primer Govern presidit per Pasqual Maragall, on els consellers d’ERC gairebé no cobren ni la primera nòmina, però ha sorprès, tanmateix, la sensació d’improvisació que ha tramès un Govern format per una gran majoria d’alts càrrecs dels governs de Pujol i que tot feia pensar que s’havien preparat a consciència per tornar a empunyar el timó de la Generalitat. Així, doncs, el que menys podem dir d’aquests primers cent dies de Govern dels millors és que necessita millorar. I amb escreix.

El nou Govern, convé recordar, naixia amb vent a favor, ja que el resultat electoral el deixava sense oposició. Socialistes i republicans van perdre bous i esquelles i, després de les eleccions municipals, hauran de triar un nou pastor. Els populars, reforçats amb el guany de quatre escons, aconseguien centralitat a l’hemicicle del Parlament i s’ofereixen dia sí dia també com a parella de ball de CiU.

Més enllà de l’ombra allargada de Duran i de les disfuncions entre la guàrdia pretoriana de Presidència (Francesc Homs i Germà Gordó) i la resta de conselleries, el nou Govern ha comès dos grans errors: d’una banda, conjugar amb escreix el verb retallar, negatiu i antipàtic (en comptes del positiu i engrescador verb reformar), i, de l’altra, posar sota sospita el sector públic. La cançó de l’enfadós de les retallades, recitades com un mantra pels consellers amb cara de pomes agres, ha esdevingut la banda sonora del nou Govern. En el relat del Govern hi ha més desballestament de l’Estat del benestar, amb el transvasament de recursos públics al sector privat, que èpica kennedyana de noves fronteres, més enllà del foc d’encenalls de la rauxa independentista.

La foto oficial d’aquests primers cent dies de Govern és la del president Artur Mas anunciant la supressió de l’impost de successions amb la voluntat de complir el programa electoral i d’evitar la discriminació dels rics encara que sigui a costa d’augmentar la desigualtat social. Mas abona el missatge neoliberal de feblesa davant els rics i de fermesa davant els pobres.