viernes, 15 de abril de 2011

Milers de persones protesten a la plaça Sant Jaume per la tisorada als serveis públics


Primera gran protesta contra el Govern d'Artur Mas. Milers de persones han omplert aquest dijous a la tarda la plaça Sant Jaume de Barcelona i els voltants per manifestar-se contra la retallada dels serveis públics anunciada per l'Executiu català. La majoria d'assistents a la concentració han estat professionals del sector sanitari que han repetit diverses vegades al conseller de Salut, Boi Ruiz, que dimiteixi. La tisorada del 10% del pressupost de la Generalitat significa retallar aquest mateix percentatge del sector sanitari, cosa que els professionals de la salut ja han advertit que no permetran.

- Una molt bona crònica periodística de la manifestació: 

Mas pierde en la calle y los despachos

Casi 22.000 personas colapsan el Barri Gòtic contra los recortes - Los hospitales se rebelan y alertan de que será imposible reducir el gasto más del 5% este año

EL PAÍS - 15/04/2011

Las protestas contra los recortes sociales impuestos por la Generalitat dieron ayer un salto cualitativo importante en Barcelona con una concentración que desbordó todas las previsiones. Un acto sindical pensado para ser pequeño, celebrado una tarde de diario y en un espacio, la plaza de Sant Jaume donde apenas caben 7.000 u 8.000 personas se desbordó hasta convertirse en una protesta ciudadana con casi 22.000 asistentes, según cálculos de EL PAÍS, y un grito insistente: "¡La sanidad y la educación no se tocan!". Calles y plazas del Barri Gòtic se colapsaron, hasta el punto de que varios cientos de personas cambiaron de planes: medio millar se dirigieron al Parlament al grito de "¡Mas, dimisión!", mientras que otros optaron por cortar la Ronda Litoral.

La protesta corta la plaza de Catalunya, la Via Laietana y la Ronda Litoral

Mucho antes de las seis de la tarde, hora fijada para la concentración, miles de personas marchaban ya hacia la plaza de Sant Jaume, sede de la Generalitat, en la primera gran manifestación a la que se enfrenta el Gobierno de Artur Mas, que está perdiendo la mano en los despachos de los hospitales y en la calle. Las protestas acabaron colapsando también la Via Laietana y la plaza de Catalunya.

Minutos antes de la hora fijada, era prácticamente imposible caminar en torno a la estación de metro de Jaume I, la más cercana a la plaza. Allí, cientos de personas blandían banderolas y hacían sonar silbatos y tambores para dejar patente su malestar por los recortes. Entre ellos había de todo: profesores, familias, asociaciones de vecinos...

Pero abundaban por encima de las demás las personas vestidas con batas blancas con un crespón negro. Aunque los recortes afectan a todos los ámbitos sociales, la sanidad ha sido la chispa que ha hecho prender la mecha de la movilización social.

"Hay poco pan para tantos chorizos", "los recortes, para los bancos", "no a la privatización de la sanidad pública" y "parches para hoy, necrosis para mañana" rezaban algunas de las muchas pancartas que portaban los manifestantes. En el punto álgido de la protesta, pasadas las 18.30, los empujones fueron la única manera de aproximarse hasta el corazón de la protesta, y las estrechas calles del Barri Gòtic se hicieron aún más angostas ante la imposibilidad de acoger las oleadas de personas que llegaban en metro. Precisamente en este punto se inició un enfrentamiento entre unos manifestantes que intentaban salir y otros que se quejaban de los empujones. Al grito de "¡tenemos una mareada!", una enfermera se abrió paso, de la mano de su compañera, que no fue capaz de soportarlo y buscó refugio en una de las tiendas de la plaza.

Los Mossos d'Esquadra y la Guardia Urbana calcularon que la asistencia fue de 10.000 personas. Según fuentes municipales, este fue el resultado de sumar 6.000 personas en una plaza de Sant Jaume casi llena y apenas entre 3.000 y 4.000 en las calles aledañas. Los cálculos de EL PAÍS fueron muy superiores. Siete redactores desplegados en la zona constataron que la asistencia también fue masiva por la calle de Jaume I hasta la Via Laietana, por Ferran hasta Avinyó y por la calle del Bisbe hasta la catedral.

Anna García, de 53 años y madre de un enfermo de cáncer, aseguró que vive el día a día en el hospital de Vall d'Hebron y "no pueden asumir un recorte como el que pretenden hacer". García acusó a Mas de acometer las medidas ahora: "Aún faltan cuatro años para las elecciones y espera que nos olvidemos". Los gritos de "¡Mas, dimisión!" sonaron durante toda la marcha.

Los manifestantes que bajaban por el otro lado de la plaza, desde el Portal de l'Àngel, no pudieron acceder a través de las calles colindantes y optaron por llegar a través de la Via Laietana, lugar en el que se llamaba a la calma. Un grupo, organizado en el colectivo Malestar.org, lamentaba que los recortes "comprometen el futuro"."Nos sentimos olvidados por el Gobierno de Artur Mas", se quejaron. Otros jóvenes, estudiantes en prácticas en el Clínic, temían por su futuro. "Nos iremos directos al paro cuando acabemos la carrera", auguró Clara Vázquez, de 22 años. Su compañera, Natalia G., añadía que "el colectivo de las enfermeras es el más infravalorado y el que más sufrirá el recorte"

Banderas de sindicatos (CC OO, UGT, SATSE) ondeaban bajo un sol que brillaba más de lo que habían previsto los asistentes. Hacía calor. Los compañeros de los mismos centros se encontraban y abrazaban. Por un día, los distintos sindicatos confraternizaban y olvidaban las habituales batallas. "¡Manos arriba, esto es un atraco!", "¡consejero, dimisión!", retumbaban los eslóganes. Mientras, los fotógrafos disparaban desde el Ayuntamiento.

El éxito de la concentración de ayer confirma que los recortes de Mas ya han perdido la batalla en la calle, cada vez más airada y desconfiada con los resultados finales de los recortes. Pero la persona que más encarna los recortes, el consejero de Salud, Boi Ruiz, recibió ayer un golpe aún más duro de los despachos del Consorcio de Salud y Social de Cataluña (CSC), una especie de gran patronal de gestores públicos y concertados que agrupa a la mayoría de los hospitales comarcales, ambulatorios y centros sociosanitarios, que atienden a más de la mitad de la población catalana.

Para el CSC, recortar el 10% en un año el gasto de los centros sanitarios catalanes -entre el 8% y el 16%, según el hospital- tendrá "consecuencias graves e irreparables" para el sistema, "supondrá un enorme desgaste para los profesionales" y causará un gran "impacto negativo en la ciudadanía". La conclusión del CSC -que coincide en lo esencial con lo afirmado por médicos, alcaldes, sindicatos y oposición política- es que un recorte del 10% no solo desangraría al sistema, sino que "es un objetivo inalcanzable y abocado al fracaso" si se impone de forma unilateral.

Los hospitales del CSC, como antes hicieron otros, concluyen que este año es imposible recortar más del 5%, apenas la mitad del objetivo fijado por el consejero. El CSC, que no discute la necesidad de la reforma del sistema para garantizar su sostenibilidad, considera que cualquier ahorro adicional debe pasar por "reformas estructurales", que deberían llevar a cabo los Gobiernos autónomos y el central. "Tras el 22 de mayo, otras comunidades también deberán iniciar reformas, lo que permitirá abordar algunas a nivel nacional", concluye.

Si el éxito de la manifestación de ayer fue un duro golpe para Boi Ruiz, el comunicado del CSC puede significar el acta de defunción de los recortes tal como los había concebido el consejero de Salud. Ruiz prácticamente se ha quedado solo tras perder en las últimas dos semanas cualquier atisbo de apoyo de los sindicatos, la patronal, los médicos, los alcaldes y la oposición.

"Menos material"

El Gobierno de Mas ha tratado de reaccionar esta semana aprobando un estéril acuerdo que garantiza las urgencias, la asistencia en los casos graves y la atención primaria. Fuentes del Gobierno también se han esforzado en extender la idea de que los recortes aún se están negociando y no hay nada cerrado. Pero ayer, en la marcha, todos coincidían en que los recortes ya son una realidad. "Tenemos menos material y se realizan menos intervenciones", explicó un grupo de enfermeras del hospital Clínic. "Quieren cerrar una planta entera", afirmaba un berlinés que trabaja en el de Sant Joan de Déu.

La concentración, pese a su éxito, acabó sabiendo a poco. "¿Y ahora qué, ya está?, se preguntaba una celadora de Bellvitge. "No, esto es solo el principio", avisó otra del grupo.

- Quatre interessants articles d’opinió sobre les els anuncis de retallades de serveis públics que també parlant d’economia, de ideologia, de responsabilitats i de sacrificis: 

No és això, president, no és això

Les raons que fan inevitables els ajustos i la seva duresa aconsellaven un pacte previ

Josep Oliver Alonso, Catedràtic d'Economia Aplicada (UAB) - EL PERIÓDICO - 14 de abril del 2011    

El continuat rumor sobre retallades en serveis bàsics (salut, educació o universitats, entre altres) ha saltat al carrer, amb una opinió pública, i publicada, que comença a traduir un creixent desassossec i malestar. En aquesta situació és fàcil tergiversar posicions, confondre el públic i caure en la demagògia, quan el que cal és tranquil·litat i calma per afrontar les difícils circumstàncies que ens ha tocat viure.

Per això, en pro de procurar una mica de llum sobre aquest complex debat, que el lector em permeti fer algunes precisions. Tres són els àmbits de reflexió que em semblen rellevants, encara que tots ells estan molt entrellaçats. El primer, el relatiu a la necessitat dels ajustos en curs i, per això mateix, al desitjable consens social i polític per procedir a aplicar-los. El segon, al seu negatiu impacte sobre la distribució de la renda. I, finalment, al seu caràcter conjuntural o estructural, aspecte que, de tots plegats, em sembla el més substantiu.

D'ENTRADA, i en primer lloc, el meu suport genèric a la reducció de la despesa pública. La redefinició de les regles de pertinença a l'euro, la caiguda de Grècia, Irlanda i ara de Portugal, els tambors que anuncien que Espanya serà el següent país que caurà, i els problemes de refinançament del deute de la Generalitat aconsellen severitat, i promptitud, en les mesures a adoptar. Encara que també convé ara recordar que si tenim dificultats de finançament del sector públic, no és perquè aquest estigui especialment ben dotat, com a mostra qualsevol comparació amb altres països als quals ens volem assemblar, tant econòmicament com socialment (des de França i Alemanya fins als països nòrdics). Contràriament, la crisi de les nostres finances públiques és el resultat d'un col·lapse de la fiscalitat associada a un creixement basat en excessos insostenibles de deute privat. Per tot plegat, i per la inevitable duresa que impliquen, les retallades que s'implementaran s'haurien d'haver pactat. Lamentablement, el Govern va perdre una primera oportunitat amb la fallida cimera contra la crisi. Seria convenient que no la tornés a perdre abans del debat dels pressupostos, encara que les posicions de partida, i les decisions ja adoptades fan pràcticament inviable qualsevol acord raonable.

En segon lloc, no és acceptable una retallada sense matisacions de la despesa alhora que se suprimeixen figures impositives que, sigui quin en sigui l'abast en termes de recaptació, limiten la capacitat financera de la Generalitat i empitjoren la distribució de la renda. I això en un país en què aquesta dista d'estar correctament distribuïda. I aquí ningú està lliure de culpa. No ho està el Govern de José Luis Rodríguez Zapatero que, prenent una incomprensible decisió, va suprimir l'impost sobre el patrimoni, amb la qual cosa ha de compensar la pèrdua d'ingressos que significa per a Catalunya (més de 500 milions d'euros) amb altres procedents d'altres fonts, que paguem entre tots. Ni tampoc el tripartit, que va reduir dràsticament l'impost de successions. Ni, per descomptat, l'actual Govern, que l'ha deixat pràcticament a zero, des dels 250 milions en què havia quedat. S'ha de retallar despesa. Però, al mateix temps, s'ha de distribuir, de la manera més equitativa possible, el cost d'aquest ajust. I no sembla que les rendes més altes siguin, en vista d'aquests canvis fiscals, les que en surtin més malparades. La ciutadania entendria molt més bé que, si és imprescindible arribar a la insòlita mesura de tancar plantes en alguns hospitals de capçalera, aquesta es prengués després d'aprofitar al màxim els ingressos potencials. I convé no oblidar que la sanitat pública és, al nostre Estat del benestar, un dels mecanismes de redistribució de la renda més poderosos de què disposem.

Finalment, la retallada proposada té un aspecte més fosc quan s'emmarca a l'horitzó que el president Mas està dibuixant, que no sembla cap altre que la reducció de la pressió fiscal, en el moment en què la millora econòmica la faci possible. ¿Això vol dir que el Govern està pensant a reduir ara la despesa pública i posteriorment els ingressos? ¿Ens està dient el president que la inevitable i ineludible contracció conjuntural de la despesa pública es transformarà en estructural? Perquè, si es transformen en permanents les retallades proposades, el buit que deixaran en la provisió de serveis essencials, siguin de sanitat, educació o d'una altra mena, el cobrirà, s'expliciti o no, el sector privat. I no estic parlant de gestió privada d'alguns serveis públics, de la qual seria partidari en molts casos. Estic parlant del disseny d'un sector públic jivaritzat en el mitjà termini, que crec que no respon al projecte majoritari dels catalans. Convindria que, a favor de la transparència, aquest fonamental aspecte quedés clar. Perquè una cosa és recolzar una inevitable rebaixa de la despesa, i una altra de molt diferent apuntalar l'aprimament del nostre Estat del benestar, que no ha estat mai especialment dotat.

Retallades i sacrificis

Xavier Muñoz - AVUI - 14/04/11

“Si és el capital qui mana, per què els polítics de la democràcia s'entossudeixen a defensar els seus interessos?”

Els nostres polítics i dirigents econòmics ens estan demanant uns comportaments que penso que no es corresponen amb el dret moral que tenen per fer-ho. Ens passen comptes per haver estirat més el braç que la màniga. Jo em pregunto: qui va cosir aquesta màniga tan llarga que per molt que estiréssim el braç, no acabàvem de veure'ns les puntes dels dits? I això que els bancs ens els estiraven.

Quan Churchill va demanar “sang, suor i llàgrimes” i un gran esforç per lluitar contra el nazisme, estava utilitzant un tipus de llenguatge que es corresponia amb una situació real. Sacrificis per aturar els malvats a les portes d'una civilització democràtica, davant les costes del seu propi territori. Les seves paraules eren creïbles. No hi havia engany possible, no hi havia dobles lectures, no hi havia possibilitat de complicitat amb l'enemic.

Però la història que avui ens ocupa, la de la crisi del 2008, no té cap de les característiques que van permetre que el primer ministre anglès cridés dramàticament el seu poble a la mobilització, i que aquest poble el seguís. La nostra és una situació confusa, sospitosa, amb una espessa boira que cobreix on és la sortida. Una situació en la qual tothom espera –sense saber com– que ens treguin les castanyes del foc, com per un encanteri, més que no pas amb un projecte racional. No tenim els nazis, uniformats, identificables, davant nostre, sinó una ideologia armada per un sol interès, el del guany caigui qui caigui. I, en la pràctica, la seva actuació resulta anònima, nebulosa. La submissió a una ideologia liberal a ultrança, que propugna que el privat és millor que el públic, que no ha de ser regulada de cap manera la seva omnipresència.

Per què aquest respecte a un nou dogma, que substitueix el camp ocupat en un altre temps i a nivell social pel dogmatisme socialista soviètic? Davant el ressorgiment d'un nou dogma que no sigui el de la transparència democràtica, permeteu-me el benefici del dubte. A França s'acaba de publicar un llibre, al qual s'han adherit més de tres mil economistes, que denuncia les falses hipòtesis, sense fonament científic, que proclama avui dia com a dogma el liberalisme. Avui, els grans capitals no juguen si no se'ls garanteix almenys el 25% de beneficis. Aquests beneficis acaparen la distribució del diner. Com pot d'aquesta manera arribar el diner a la petita i mitjana empresa, de la qual tant ens omplim la boca?

Quant a la proximitat, la tasca secundària dels nostres polítics –encara que amb uns certs marges– sembla que no tinguin en compte aquesta situació que els depassa. No ens poden demanar sacrificis com a virtut col·lectiva si hem estat estafats pels mateixos que mantenen les regles del joc. Més aviat ens haurien de demanar perdó per haver-nos fet creure en ells i per haver-los deixat créixer per damunt del nivell que els pertocava. Més aviat els hauríem de parar els peus.

Per exemple, al nostre país sabem que els bancs van donar els diners per a la gran kermesse, però qui va donar els permisos per a la construcció d'un milió i mig d'habitacles innecessaris, que han produït un atur sense precedents? Sabem que ens volen retallar la seguretat social pel broc gros. Sabem que han encarregat aquesta feina a un conseller que representa els interessos de les entitats privades enfront de les públiques. Una persona que ella mateixa es reconeix com a venedor de pòlisses de mútues. I coneixem l'interès de les multinacionals a controlar el gran negoci de la salut. Tenim el precedent de la senyora Thatcher, que va desmuntar el sistema de salut anglès, que va passar de ser el primer d'Europa a una tercera divisió. Sabem que no hem sentit parlar de cap retallada a les forces armades. Déu n'hi do, de les coses que sabem.

En aquesta situació, penso que no es pot dir als ciutadans, que els falten diners per arribar a fi de mes, que s'han de prendre el seu sofriment com una inversió per al futur dels seus fills, quan no estan per inversions, quan ningú no sap –o no ens ho han explicat– quines són les previsions d'aquest futur. Quan ja ens han anunciat d'antuvi que els nostres fills no podran viure com nosaltres.

Més trist és encara descobrir fins a quin punt la democràcia ha esdevingut presonera dels estafadors. Si és el capital qui mana, per què els polítics de la democràcia s'entossudeixen a defensar els seus interessos? Sabem que els actors principals de l'espoli del 2008, recuperats, campen sense cap mena de rendiments de comptes, i, més encara, ajudats a refer els seus actius.

Per què no es denuncia des de la política, tal com es fa des de l'opinió, i s'ajusta el discurs a la realitat? Per salvar els mobles? Per què no tenen una altra oportunitat? No gosaria dir que no sigui així, però almenys que ho denunciïn, en lloc d'entretenir-se a donar les culpes –els uns als altres– als seus antecessors. O és que pateixen la síndrome d'Estocolm? O és el castís “pégame que soy tuya”? Poden acceptar uns representants del poble la desregulació de l'economia? És bo que el poble se senti culpable de la cobdícia instal·lada? Cal que s'ajustin els discursos i les accions a una realitat de més sentit comú i no a nous eslògans dogmàtics de banquers i agències de qualificació.

La veritat ens fa lliures, o no?

Retallada ve, retallada va

Lluís Foix - AVUI - 13/04/11

 “Ha arribat el moment en què la crisi afecta la gent i la resposta dels polítics locals no en garanteix una sortida mínimament satisfactòria”

La paraula del moment és retallar a tot arreu. El polític europeu ja no se'ns presenta com un personatge que vetlla per l'interès general sinó com algú que porta unes immenses tisores per fer quadrar els comptes a causa de la crisi sobrevinguda i que és incapaç de controlar. Retallant i retallant no es crearà riquesa. Això ho pot deduir fins i tot un periodista, que cada vegada més s'assembla a un economista en el sentit que ens dediquem a fer previsions sobre el que pot passar i després esmercem el mateix temps i esforços a explicar el que no ha succeït.

El professor Manuel Castells ha teoritzat amb lucidesa sobre els fluxos, aquests espais immaterials que s'han creat com a conseqüència de la globalització, i que han creat un divorci entre el poder, és a dir, la capacitat de fer coses, i la política. El poder s'ha emancipat de la política i ara es troba dins de l'espai global, els fluxos, de tal manera que la política ha quedat privada de poder en l'espai local. La cita de Castells consta en un dels últims llibres de Zygmunt Bauman, El tiempo apremia, on el catedràtic emèrit de la Universitat de Leeds diu que “els poders genuïns, els que decideixen el tipus d'opcions i d'oportunitats de vida de la majoria de nosaltres, s'han evaporat i han passat de l'Estat-nació a l'espai global, on floten lliurement, inassequibles al control polític: la política segueix sent tan local com sempre, i en conseqüència ja no aconsegueix arribar als poders globals ni de cap manera restringir-los o controlar-los”.

Vivim, doncs, en un gran casino universal que es mou amb opacitat i que no ha de donar explicacions a ningú. Les lleis vigilen de prop el que fan les persones i les institucions locals, però no poden saber com es bescanvien els actius monetaris globals, que són quasi cent vegades superiors als actius reals, que són els que afecten els ciutadans i els governs nacionals. La crisi té molts responsables però el resultat final és que estem veient una certa venjança de la superabundància que afecta persones, institucions, governs i mercaders de tota mena. És un fet que la crisi financera de 2008 ha provocat una crisi econòmica, seguida per una crisi política i una crisi social, com estem començant a veure a Catalunya en sectors tan bàsics com l'ensenyament i la sanitat. És un fet també que la responsabilitat dels banquers és gran. Però hem vist com la nacionalització de les pèrdues dels bancs ha caigut sobre les espatlles de les famílies que han d'afrontar retallades substancials, com no s'havia vist des de fa diverses generacions.

Ha arribat el moment en què la crisi afecta la gent i la resposta dels polítics locals no en garanteix una sortida mínimament satisfactòria. Comptar el nombre d'aturats és més que una estadística econòmica de víctimes accidentals de la lluita contra la inflació o de l'aturada d'una activitat productiva. Els aturats són persones, amb famílies, que veuen com les seves vides resulten afectades, per no dir devastades, per decisions que es prenen en indrets que escapen del control dels polítics electes. S'ha dit que els governs haurien de ser els gendarmes dels mercats, i no a l'inrevés. El problema és que la vida dels ciutadans està subjecta a mecanismes de regulació que ara per ara són inexistents i, en tot cas, queden fora del seu abast i del dels seus governs. Adam Smith venia a dir en la Riquesa de les nacions que els governs han d'evitar perjudicar en excés l'economia per tal que tot funcioni. Els humans som inventius i productius per naturalesa, sempre disposats a incrementar el nostre botí particular, de tal manera que si es deixa que tothom faci el que cregui oportú en resultarà beneficiada la societat en conjunt. Aquesta ha estat la fórmula màgica que ha fet del capitalisme el sistema que més ha reeixit en la història dels últims tres segles. Però calia i calen unes certes regles que evitin els abusos dels més espavilats.

El govern Mas, així com el govern Zapatero i els dels seus col·legues europeus, estan obligats a prendre mesures restrictives per fer que els pressupostos quadrin. D'allà on no n'hi ha no en raja. El cas de David Cameron és un dels més emblemàtics, atès que Anglaterra va inventar l'estat del benestar després de la guerra —seguint la idea de Bismarck a l'Alemanya unificada de 1870— i ara pretén deixar-lo atrotinat i destruït. La novetat és que els governs ja no actuen amb el bisturí, sinó amb la destral. Aquest és el problema dels governants d'arreu del món, que veuen la seva autoritat disminuïda perquè prenen decisions que els són dictades per forces alienes que no són responsables davant de ningú. No tot és responsabilitat dels governs. Abans de la crisi Espanya tenia un superàvit del dos per cent del producte interior brut (PIB) i érem l'enveja d'Europa, fins al punt que Zapatero va dir que ja havíem superat Itàlia i que aviat estaríem al davant de França. Quina eufòria tan demagògica. Però ningú no va parar esment en el fet que era la societat la que havia acumulat un deute privat gegantí que ara ha fet fallida. Quina persona o família no s'havia endeutat més enllà de les seves possibilitats de retornar els diners en una generació?

Dues reflexions finals. La primera, de caràcter global, l'exposa Bauman en dir que “l'actual crisi del crèdit no és una conseqüència de la crisi dels bancs sinó una conseqüència que ningú preveia, que és l'extraordinari èxit dels bancs en aconseguir transformar una àmplia majoria d'homes i dones, joves i vells, en una raça de deutors. Els bancs han aconseguit una classe d'eterns deutors”. La segona és de dimensions culturals: de l'hàbit de l'estalvi s'ha passat a la dependència del crèdit, de l'esforç a la facilitat de consumir sense produir; de viure, en definitiva, per damunt de les possibilitats. No es tracta només de fer front a les cícliques bombolles de l'economia sinó de produir més del que es gasta. Només així es podrà mantenir un estat del benestar tenint en compte el que va dir el canceller Erhard als anys seixanta a Alemanya: cap govern pot donar als ciutadans el que prèviament no ha rebut d'ells. El que podem demanar tots és com s'administren els tributs que paguem, molt alts per cert.

Adéu a l'Estat del benestar

Ha deixat d'existir el laboriós propòsit que van assumir la democràcia cristiana i la socialdemocràcia

Albert Garrido, periodista - EL PERIÓDICO - 12 de abril del 2011    

L'Estat del benestar és incompatible amb gairebé totes les disposicions que s'adopten per vèncer la crisi, acontentar els mercats i restablir la confiança en el futur. De forma genèrica, és incompatible amb tot el que aconsellen els gurus que asseguren que saben quin camí cal seguir per salvar els mobles. De forma més concreta, és incompatible amb el que segueix:

1. La submissió absoluta dels estats als criteris dels mercats financers.

2. La reducció de l'Estat a la seva més mínima i feble expressió.

3. La suplantació de la política per la comptabilitat, i la dels polítics per tenidors de llibres.

4. La reducció de les obligacions fiscals de les rendes altes -regals fiscals- i el manteniment de la pressió tributària sobre les rendes mitjanes i baixes.

5. El mileurisme rampant que condueix inevitablement a la proletarització de les classes mitjanes.

6. L'economia submergida i la subocupació -potser fins i tot infraocupació- que dóna peu a l'articulació d'una societat paral·lela, opaca, desregulada i extremadament dual.

7. La llibertat amb què operen els manipuladors del mercat: especuladors, baixistes, financers de fortuna i agències de qualificació.

8. Els adoradors del mercat que, malgrat tot el que ha passat, segueixen pensant que els desastres ocasionats pel mercat tenen solució paradoxalment en el mateix mercat.

9. La fascinació pel model xinès, en el qual els mecanismes de protecció social no tenen cabuda.

10. Els nacionalismes, amb Estat o sense, que, en cas de dubte, entre atendre la nació o cuidar els ciutadans, opten per la nació i sacrifiquen els ciutadans.

11. El sindicalisme de baixa volada que creu que, blindant el passat, es pot construir el futur.

12. La fortuna obtinguda per tot el que és políticament correcte, que té com a únic objectiu garantir que ningú canviarà les regles del joc.

13. El menyspreu del valor i el significat dels béns i els interessos col·lectius.

14. El dèficit demogràfic derivat de taxes de natalitat irrisòries.

L'ecosistema de l'Estat del benestar només és possible gràcies a delicats equilibris socials, però quan en una societat -la nostra- concorren els factors esmentats o part d'ells, es descompon ràpidament. Igual que el planeta no pot suportar el creixement exponencial del diòxid de carboni, l'Estat del benestar no pot subsistir en una atmosfera social viciada pel repartiment de la misèria, la sistemàtica socialització de les pèrdues i l'escandalosa privatització dels guanys. Per més que les agències de qualificació, l'FMI, el BCE i tota la parentela insisteixin que aquest és el bon camí.

Efectes pràctics i resum del que hem dit fins ara: si es vol comprar un país a preu de saldo, només cal comptar amb la complicitat d'una o diverses agències de ràting. Un cop tancada l'aliança, donar el cop és només cosa de temps i paciència. Els països cauen com fruita madura enlluernats per la llum encegadora dels profetes de l'apocalipsi econòmica, la prima de risc i altres martingales legals. Així passa que en menys d'un pensament es capgira la truita i -¡oh, dies prodigiosos!- es posa en circulació la idea que han de pagar la crisi els que en són les víctimes i que han de sortir-ne ben parats els que la van provocar a Wall Street i altres barris.

Després segueixen una sèrie d'estranyes recomanacions que, molt resumides, caben totes en una frase: els que vulguin l'Estat del benestar, que el paguin de la seva butxaca, que els que no el necessitin no tenen per què sufragar-lo en la part que la decència indueix a pensar que els toca. En realitat, tot s'embolcalla en un llenguatge incomprensible que, quan es torna comprensible, fa sortir els colors. Es tracta d'un llenguatge desvergonyit, destinat a justificar el que no té justificació, un compendi de recomanacions que condemnen indefectiblement els joves a viure pitjor que els seus pares, que exigeixen a la societat la mansa acceptació de la injustícia social com a norma de compliment obligat.

De moment, només és segur que la laboriosa construcció de l'economia social de mercat, transsumpte de l'Estat del benestar, ha saltat pels aires. Ha deixat d'existir aquell laboriós propòsit que, amb diferents etiquetes polítiques, van assumir la democràcia cristiana i la socialdemocràcia en la postguerra mundial i que va ser el sant i senya de la prosperitat d'Occident davant de la grisa realitat de l'economia planificada i el socialisme realment existent. S'ha esfilagarsat tot l'entramat d'estabilitat emocional i cohesió social que va garantir el model durant la llarga guerra freda, i no hi ha forma de sargir-lo. En realitat, l'Estat del benestar ha deixat de ser necessari com a forma d'humanització del capitalisme sense traves, com a model raonablement just enfront de la societat desmanegada, l'abúlia i el totalitarisme sense esperança del bloc de l'Est, que va deixar d'existir. Descansi en pau l'Estat del benestar.