martes, 18 de enero de 2011

Seré periodista hasta que me muera

La fi de la CNN+ ha donat peu a l’acomiadament d’un gran periodista Inaki Gabilondo. Serveixi aquesta entrada al Blog com un homenatge a ell i també a un model de televisió,que sembla que al nostre país no ha tingut continuïtat (o més oportunitats). Llàstima els trobarem a faltar, especialment el treball diari de l’Inaki Gabilondo: un referent molt personal.

“Seré periodista hasta que me muera”


Gabilondo despide 'Hoy' en CNN+, el que considera el último de sus grandes programas 

Crónica de PATRICIA GOSÁLVEZ - EL PAÍS - 24/12/2010

"Espero que podamos volver a encontrarnos en algún sitio". Nadie sabía cómo se iba a despedir Iñaki Gabilondo. En estos casos hay que decir "lo que a uno le salga", explicó al entrar en directo en su último programa para CNN+. Antes de esas últimas palabras a medianoche dio las gracias a sus compañeros, a los veteranos (Francisco Basterra y Antonio San José) y a los jóvenes, "que han cumplido hasta el último segundo con una categoría que no olvidaré". "Que se cierre un medio es una desgracia para una sociedad", zanjó el presentador de Hoy. "Una enfermedad para una democracia".

El programa arrancó con el "mensaje del náufrago en la botella". Un texto que hablaba de que "pase lo que pase hay cosas que trataremos de que nos queden... por ejemplo unas cuantas convicciones". "Seguimos siendo de los nuestros", dijo. Y también: "Nadie es solo un individuo".

Antes, en una redacción que mezclaba el trabajo con las despedidas, las felicitaciones navideñas con los abrazos de ánimo, Gabilondo atendía la insistente bocinilla de su móvil mientras se quitaba importancia como individuo. "Soy un privilegiado; no me puedo permitir el más mínimo pucherito... hoy es un día emocionante y triste, de pena, estupor y pánico. Lo peor; la inquietud a la que se enfrentan mis compañeros". "Han sido días muy duros, pero el equipo los ha pasado con mucha clase, con serenidad, sin aspavientos, con un punto de señorío", explica refiriéndose al tiempo transcurrido desde que PRISA TV (compañía audiovisual del grupo PRISA, editor de EL PAÍS) anunció el día 10 que renunciaba a producir CNN+ tras la fusión de Cuatro con Telecinco y revelase que la compañía, a la que sigue vinculado, prepara un canal de actualidad "con vocación global", que se distribuirá a través de Digital+ y de distintas redes de cable. "Cerrar CNN+ ha sido una decisión muy difícil", explica Gabilondo.

En su último día en CNN+ comió solo en su despacho ("un bocata") y luego se echó la siesta como siempre, con los pies sobre una silla. A media tarde eligió la música con la que cerraría Hoy, el programa que estrenó el pasado 8 de febrero. "Un nocturno de Chopin, apropiado para esa hora y este día". "Habíamos bromeado con poner lo que tocaron los músicos cuando se hundió el Titanic, pero no es un día para bromas".

Rubalcaba y Garzón aceptaron la invitación para una despedida comme il faut. Las entrevistas no estaban escritas. "Nada de papeles, hay que hablar con el invitado mirándole a los ojos", dice Gabilondo clavando las pupilas.

Tras el mensaje del náufrago, se lanzó sin preámbulos con la entrevista al vicepresidente: "¿Le gustaría ser presidente del Gobierno?". "No", contesta Rubalcaba; Iñaki le dice "bueno", como guardándoselo para luego. Dos minutos después el periodista ya ha llamado, elegantemente, petulante a Zapatero. Después contraataca con ETA, luego Afganistán... y todo fluye. Puro Iñaki. "Hasta muy pronto", le dijo Rubalcaba al terminar la entrevista. Con Garzón estuvo aún más suelto ("¿usted se siente no querido?", "¿por qué se mete en esos jardines?") y el juez que no habla con los medios se despachó a gusto. Garzón esperó a la foto de grupo del equipo para despedirse. "¡Hay que avisar a las chicas de maquillaje!", dijo Iñaki cuando vio que alguien faltaba en el retrato.

"Este es un programa que nace con la intención de entender algo mejor lo que ocurre", dijo Gabilondo en el arranque de Hoy. Con una cuota media de pantalla entorno al 0,8%, el programa puede presumir de haber enganchado cada noche de lunes a jueves a una porción de espectadores superior a la media del canal.

¿Y a partir de mañana, qué? "Ya veremos", dice Gabilondo con una sonrisa. "Yo seré periodista hasta que me muera... acabo una etapa como presentador de grandes programas, dejaré de ser un soldado en primera línea, pero no me voy a retirar a mirar cómo sale el sol ni a dar de comer a las palomas". Entre lo que le apetece: hacer comentarios para programas de otros, apuntes en prensa, conferencias, dar clases en alguna universidad... "Seguiré contando lo que interesa, la cuestión es dónde y cómo hacerlo".

Puede que esta sea la más dura, pero no es la primera despedida difícil de su carrera. En 2005 presentó su último Hoy por Hoy, el matutino líder de audiencia que dirigió durante 19 años y 5.000 ediciones en la cadena SER. Aquello fue "como decir adiós a un amor, esto es más como un cataclismo", explica. Entonces le quitó hierro a su marcha: "No pasa nada, salvo el tiempo". Y bromeó: "Unos nos vamos y otros vienen, no pasa absolutamente nada, y si pasa algo, está la SER". Esto es distinto. Once años después de su nacimiento, CNN+ ya no estará cuando se vaya Iñaki.

- Una opinió a tenir en compte sobre el tema:

Gran metáfora

FERNANDO VALLESPÍN - EL PAÍS - 07/01/2011

La creación de individuos autónomos y críticos es un recurso más escaso cada vez

Cualquiera con un mínimo de sensibilidad intelectual, incluso estética, no puede dejar de sentir un sobresalto cada vez que pasa zapeando por donde estuvo en su día CNN+ y se encuentra con lo que ahora ocupa su lugar. Este malestar seguramente deriva del hecho de que sabemos que aquí se ha producido algo más que un mero intercambio de canales. Estamos ante un caso de libro de la fagocitación de una cadena de información seria y de rigor por parte de una de las manifestaciones más burdas de la novedosa "cultura popular". Es difícil encontrar un ejemplo tan gráfico de la lucha darwinista por las audiencias bajo el signo de la nueva sociedad de masas. Lo que hemos perdido y lo que lo ha sustituido se ha convertido, de golpe, en una metáfora extraordinaria de lo que de una forma más pausada ha venido pasando en nuestro país -y no sólo- a lo largo de los últimos años: la progresiva e implacable banalización del espacio público.

El problema es que cuando estos escasos oasis mediáticos se secan, como acaba de ocurrir con CNN+, ya nada o casi nada puede impedir la propagación del desierto. Con la digna excepción de algunos medios públicos, si consiguen sobrevivir. Como muestra la oferta que encontramos en la multiplicidad de canales de TDT, la nueva pluralidad televisiva no ha aumentado un ápice el acceso a algún programa que fomente el desarrollo de una cultura pública crítica y exigente. Como en su día ocurriera en Italia, este proceso de gradual banalización se ha ido implantando de forma silenciosa y en nombre de valores tan dignos como el entretenimiento y la diversión. Poco a poco, sin embargo, se ha logrado laminar las fuentes que mantenían viva lo poco que quedaba de la cultura política tradicional, casi de la cultura a secas. En una deliciosa ironía del destino, y por seguir en ese mismo país, el empresario que se encargó de empujar a los márgenes mediáticos a quien no participara de su filosofía acabó de primer ministro, e incluso se permitió gobernar como un entertainer, con velinas incluidas.

El resultado, lo sabemos también por Italia, es la progresiva infantilización y despolitización de la sociedad. Es una sociedad de la distracción, en su doble sentido, el de esparcimiento, y el de la falta de atención, sobre todo hacia lo que debiera importarnos como ciudadanos. Lo público, nuestro mundo común, ya no gira predominantemente en torno a la discusión de las cuestiones políticas, sino hacia personajes populares que exhiben impúdicamente su vida privada. El escenario público se llena de trivialidades; se fomentan los tópicos y todo lo que alimenta el morbo. Lo malo es que, por el camino, estas lógicas del espacio público televisivo acaban colonizando al final a la discusión política misma. Lo importante es captar la atención de estos ciudadanos distraídos, aunque para ello haya que ir a La Noria. Es el signo de los tiempos.

Se dirá, y no es un argumento baladí, que esto es lo que la gente quiere ver, y que quiénes somos nosotros, sus críticos elitistas, para imponer nada. Ahora que tanto se habla de los mercados, esta sería otra de sus manifestaciones: el ajuste perfecto entre oferta y demanda televisiva. Lo malo, como ya observaría Tocqueville cuando se refería a la "tiranía de la mayoría", es que esta siempre tiene la tendencia a arrogarse la razón, a presentarse como el poder moral supremo. Y la consecuencia es la presión hacia la conformidad, con las elecciones de los muchos, la anulación del juicio individual diferente, la homogeneización de los gustos y la imposibilidad de imaginar algo distinto de lo dado, de lo que se nos ofrece como normal.

Tampoco cabe confiar demasiado en el sistema educativo como factor de resistencia y como esperanza en un cambio de tendencia. Entre otras cosas porque hoy los valores, el conocimiento y la visión general de la realidad nos los transmiten sobre todo los medios de comunicación. El papel de la educación sigue siendo central, pero no debe ser nada fácil para los educadores competir con un mundo en el que aquello que enseñan a sus alumnos y se supone importante apenas tiene después algún reflejo en el espacio público más amplio. Ocurre más bien al revés: aquello de lo que allí se empapan, de lo que allí consumen, condiciona después su rendimiento escolar. La distracción acaba predominando también aquí sobre el esfuerzo, el esfuerzo de pensar. Y la creación de individuos autónomos y críticos con capacidad para resistirse a las pulsiones de la masa se convierte en un recurso más escaso cada vez.